miércoles, 12 de mayo de 2010

Mi Aventura de ser Maestro

LA AVENTURA DE SER MAESTRO


Leer el texto de José M. Esteve, me ha llevado a reflexionar sobre lo que significa esta profesión. Es muy amplio el significado del término “maestro”, pero fijemos nuestra atención en el que se refiere a la persona que enseña una ciencia, arte u oficio; porque es, precisamente, a una larga carrera como docente, a la que el autor dedica sus pensamientos.

“Ser maestro de humanidad”, dice y en seguida comenta: lo único que de verdad importa es ayudarles a comprenderse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea. El modelo educativo que se aplica al bachillerato hoy, está fundado precisamente en un paradigma humanista. Colateral a la necesidad de que el joven aprenda las materias que podrán colocarlo en el camino de una profesión, se halla la importancia de que pueda desplazarse con acierto, dentro del mundo y tiempo que le ha tocado vivir, y dentro de una sociedad, a la que hoy se califica como “del conocimiento”, “post industrial” o “de la información”, para la cual se aproxima su participación activa, resultado de la mayoría de edad. Para esto, debe entender la ciencia como una actividad social, consecuencia de todo un proceso a través del tiempo. lo difícil para el maestro, es lograr tales fines. Voy a referirme a lo que se dice dentro del subsistema en el que trabajo: se piensa que la RIEMS, no ha cristalizado, debido a los maestros, por su resistencia al cambio, por que ha habido simulación; entre otras cosas. (diagnóstico reciente de la DGETA)

Yo no dudo que tales fallas puedan existir, pero creo que lo que más a detenido la llegada de la Reforma, hasta el aula, es la falta de una verdadera capacitación para todos los docentes del subsistema, porque, a los cursos y diplomados que se impartieron desde tres años antes de agosto del 2004, sólo se comisionaba a un docente por escuela, y ese maestro, no era una autoridad en su institución, de tal manera que la información se fue quedando guardada, por que existía la creencia de que, con el cambio de sexenio, la RIEMS, quedaría olvidada.

Por fortuna, en la actualidad, somos muchos los que estamos inscritos en los diplomados en competencias y otros más que terminaron o están por terminar esta capacitación. Pero quizá sea necesario que la misma UPN, como formadora de docentes, realice otro acuerdo con la SEMS, para dar capacitación dirigida hacia el claro entendimiento del nuevo modelo educativo: la diferencia entre “dar cátedra”, en relación con dar motivos, facilitar y dirigir la adquisición de aprendizajes para lograr construir el conocimiento buscado. La misma sociedad que critica la educación, muestra ignorancia sobre el modelo, cuando pide maestros que “enseñen” las materias.

Pensar y sentir. Otro aspecto interesante del texto. La educación humanista demanda maestros que piensen y sientan para que sus alumnos aprendan a pensar y sentir; queda expresado en los “ejes”, llamémoslos así, de las competencias: aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a “ser”.

Por otra parte, es admirable la forma en que Esteve capturó sus vivencias y las muestra mediante la palabra escrita, en forma por demás interesante, tanto, que logra sumergir en ese mundo que el llama “aventura”, a quienes tenemos la oportunidad de leerlas. Bueno, siento que pudo capturarlas, porque no todos, yo en lo particular, tenemos esa habilidad de registrar y expresar lo que la experiencia nos da como un conocimiento construido dentro de una carrera profesional.

A propósito de este comentario, les ruego que me permitan, recordar a la maestra Ma. Eugenia Toledo Hermosillo, investigadora de la UPN, quien recomendaba en sus conferencias y cursos, registrar por escrito, lo más significativo del trabajo cotidiano en el aula; porque al acumularse, adquiere el valor de una investigación educativa, con resultados únicos y personales.

La valoración de la “aventura de ser maestro”, depende de la actitud de cada uno de nosotros; si la hemos emprendido únicamente por la necesidad de tener una ocupación, tal vez, podamos considerarla como desafortunada y agobiante; pero, si nos hallamos inmersos en ella por el deseo de participar aunque sea un poco, en la formación de las nuevas generaciones, habremos de comprender que es una senda con altas y bajas, no es una línea horizontalmente recta, no, pero cada vivencia nos ofrece grandes oportunidades y todas ellas serán para bien: si algo nos resulta negativo, podremos rectificar, cambiar métodos, etc., si observamos efectos positivos, serán metas logradas e inicio de nuevos retos; pero siempre, de una manera o de otra, tendremos resultados gratificantes.


Pienso que todo lo dicho, enaltece la aventura de ser maestro. Tratemos de “ser” eso que hemos querido siempre: maestros.

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